FELIZ AÑO, DINAMITA
1 de enero 2007
Ahora sé cómo huele una bomba.
No miro ya el reloj por si se escapa el avión.
Qué más da. La señora italiana asegura que nos esperan y el chico gallego teclea en el móvil y dice que no, que ya han perdido el vuelo a Santiago. Una bebé sigue dormida en brazos de su tía mientras ella intenta localizar a sus padres que se quedaron atascados entre la masa de personas que intentaba salir de la otra terminal. La miro y pienso qué placidez, no te despiertes ahora, es muy pronto para ver esa columna de humo, para oler lo que se lleva el fuego. Son vidas, aunque tú no lo sepas, ese olor que te molesta en la naricita, son pequeñas partículas del fin del tiempo.
Es relativo aquello de llegar tarde o pronto. El guatemalteco me preguntaba antes la hora, subido en el carrito de las maletas. Hizo unos cálculos y se sintió aliviado de que hubiera ocurrido en la madrugada de su país. Sus padres estarían durmiendo. Menos mal. Que no se enteren de lo que está pasando aquí. Ya sabes cómo son los medios.
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